Las carillas de cerámica son pequeñas láminas de porcelana, que se hacen a medida, y que se pegan sobre los dientes para modificar su forma, tamaño, color o posición.
Tras un minucioso diagnóstico, estudio y encerado del caso, se procede a realizar las preparaciones de los dientes y a la toma de impresiones. El técnico de laboratorio realza las carillas, con un grosor previamente previsto de entre 0,2 y 0,7 mm.
Una vez probadas sobre los dientes, y evaluado su ajuste, adaptación, asentamiento, formas, contactos, perfiles y ejes, se procede al cementado de las misas.
El cementado es una sesión clínica que se debe realizar de manera meticulosa, con cuidado y prestando mucha atención a los detalles, y que puede durar varias horas.
Para ello se preparan las carillas grabándolas con ácido fluorhídrico e imprimándolas con silano. Los dientes también tienen que preparar para la adhesión: se graban, con ácido fosfórico en este caso, y se impriman con un agente que favorece la unión a las resinas. Una vez preparadas ambas superficies, se procede a cementar con adhesivo y cementos de resina de consistencia muy fluida.
Las carillas se cementan una por una, en un orden previamente determinado, sin ejercer presión sobre las mismas, procediendo a retirar los excesos de cemento y a pulir y ajustar. Es un trabajo minucioso y laborioso con el que podemos conseguir cambiar el aspecto y forma de los dientes, y mejorar el aspecto y la sonrisa de los pacientes.
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